La Diabetes (diabetes mellitus) es un trastorno en el que los valores sanguíneos de la glucosa son anormalmente altos, dado que el organismo no libera insulina o la utiliza inadecuadamente.
En cualquier individuo, las concentraciones de azúcar – glucosa – en sangre varían durante el día. Aumentan después de cada comida, recuperándose los valores normales al cabo de dos horas. Estos se sitúan entre 70 y 110 mg/dl (miligramos por decilitro) de sangre por la mañana después de una noche de ayuno normal, resultando menores de 120 a 140 mg/dl al cabo de dos horas de la ingestión de alimentos o líquidos que contengan azúcar u otros hidratos de carbono. Los valores normales tienden a aumentar ligeramente después de los 50 años de edad, sobre todo en las personas que llevan una vida sedentaria.La insulina, una hormona segregada por el páncreas, es la principal sustancia responsable del mantenimiento de los valores adecuados de azúcar en sangre. Permite que la glucosa sea transportada al interior de las células, de modo que éstas produzcan energía o almacenen la glucosa hasta que su utilización sea necesaria. La elevación del azúcar en sangre después de comer o beber estimula al páncreas para producir la insulina, la cual evita un mayor aumento de los valores de azúcar y provoca su descenso gradual. Dado que los músculos utilizan glucosa para producir energía, los valores de azúcar en la sangre disminuyen también durante la actividad física.
CAUSAS
La diabetes se manifiesta cuando el cuerpo no produce la cantidad suficiente de insulina para que los valores sanguíneos de azúcar se mantengan normales, o cuando las células no responden adecuadamente a la insulina. En la denominada diabetes mellitus tipo I (insulinodependiente), la producción de insulina es escasa o nula. Solo el 10% de todos los diabéticos tienen la enfermedad tipo I. La mayoría de estos pacientes la desarrollan antes de los 30 años. Los científicos creen que un factor ambiental (una infección vírica, un factor nutricional en la infancia o en la adolescencia) provoca la destrucción, por parte del sistema inmunitario, de las células que producen la insulina en el páncreas (por eso decimos que es una enfermedad autoinmune). Es probable que exista una predisposición genética de estos pacientes para que ocurra la diabetes tipo I. Sea como fuere, en este tipo de diabetes, más del 90% de las células que producen la insulina en el páncreas (células beta) son destruidas de una forma irreversible. La deficiencia insulínica es consecuentemente grave, y para sobrevivir, una persona con esta afección debe inyectarse insulina con regularidad. En la diabetes mellitus tipo II (no insulinodependiente), el páncreas continúa produciendo insulina, incluso a valores más elevados que los normales. Sin embargo, el organismo desarrolla una resistencia a sus efectos y el resultado es un relativo déficit insulínico. La diabetes tipo II aparece principalmente después de los 30 años y es más frecuente a partir de esa edad, aunque también los niños y los adolescentes pueden padecerla. Alrededor del 15% de los adultos mayores de 70 años padecen este tipo de diabetes. La obesidad es un factor de riesgo, ya que los obesos se cuentan entre el 80 a 90% de las personas que sufren esta enfermedad. Asimismo son frecuentes los pacientes que ya tienen antecedentes familiares. Otras causas menos comunes de la diabetes son valores anormalmente altos de corticosteroides, el embarazo (diabetes gestacional) y los fármacos que interfieren con la producción o los efectos de la insulina. También hay una forma de diabetes relacionada con la Fibrosis Quística, una enfermedad genética que afecta las vías respiratorias y digestivas (por su característica, se denomina así: Diabetes Relacionada con la FQ).
DIAGNOSTICO
Se establece el diagnóstico de diabetes cuando una persona tiene valores anormalmente elevados de azúcar en la sangre. A menudo se controlan los valores durante un examen anual de rutina o durante un estudio clínico para realizar deporte o obtener un carnet de salud. También pueden realizarse análisis para determinar la posible causa de síntomas como el aumento de la sed, la micción o el hambre, o si existen factores de riesgo como antecedentes familiares, obesidad, infecciones frecuentes, o cualquier otra complicación relacionada con la diabetes. En estos casos se mide la concentración de azúcar en una muestra de sangre de un paciente en ayunas de por lo menos 8 horas antes de la extracción. Hay otra clase de análisis, llamado prueba de tolerancia oral a la glucosa que se realiza en ciertos casos. En esta prueba se obtiene una muestra de sangre en ayunas y se suministra al paciente una solución para beber la cual contiene una cantidad estándar de azúcar. Durante las dos o tres horas siguientes se obtienen varias muestras de sangre tomadas cada cierto tiempo.
COMPLICACIONES
A medida que el trastorno se desarrolla, las concentraciones elevadas de azúcar lesionan los vasos sanguíneos, los nervios y otras estructuras internas. Sustancias complejas derivadas del azúcar se acumulan en las paredes de los pequeños vasos sanguíneos, provocando su engrosamiento y rotura. Este aumento de grosor es la causa de que los vasos sanguíneos aporten cada vez menos sangre, sobre todo a la piel y a los nervios. Los valores de azúcar poco controlados tienden también a aumentar las concentraciones de sustancias grasas en sangre, y, en consecuencia, se produce una arteriosclerosis acelerada. La disminución de la circulación sanguínea, tanto por los vasos grandes como los pequeños, puede provocar alteraciones fisiológicas en el corazón, el cerebro, las piernas, los ojos, los riñones, los nervios y la piel, demorando, además la curación de las lesiones.
TRATAMIENTO
El objetivo principal del tratamiento es mantener los valores de azúcar en la sangre dentro de los valores normales tanto como sea posible. El principal problema al tratar de controlar rigurosamente estos valores es que se produzca una disminución no deseada de los mismos (hipoglucemia). El tratamiento básico requiere el control de peso, ejercicios y dieta. En muchos casos de diabetes tipo II, la administración de fármacos no sería necesaria si los pacientes obesos perdieran peso e hicieran ejercicio con regularidad. Con frecuencia es necesario recurrir a una medicación oral con hipoglucemiantes. El ejercicio favorece el descenso directo de las concentraciones de azúcar en la sangre y reduce la cantidad necesaria de insulina. La dieta es muy importante. En general, los diabéticos no deberían comer demasiados alimentos dulces y tendrían que regular sus comidas con un programa uniforme. Dado que las personas con diabetes tienen también una tendencia a presentar valores altos de colesterol, los nutricionistas generalmente recomiendan limitar la ingestión de grasas saturadas. No obstante el mejor modo de reducir los valores del colesterol es controlar las concentraciones de azúcar en sangre y el peso corporal.
Terapia de sustitución con insulina
En la diabetes tipo I, el páncreas no produce insulina por lo que debe sustituirse esta hormona. La reposición se lleva a cabo con inyecciones, ya que la insulina se destruye en el estómago y no puede suministrarse por vía oral. Se están probando nuevas formas de insulina como un nebulizador nasal, pero por el momento no son eficaces. La insulina se inyecta debajo de la piel en la capa grasa del brazo, del muslo o de la pared abdominal. Hay tres formas disponibles de insulina (internacionalmente), en Uruguay básicamente solo dos, la de acción rápida (o cristalina) y la de acción intermedia (en suspensión). El régimen más sencillo es de una sola inyección diaria de acción intermedia (o dos diarias). Algunas personas, especialmente las de edad avanzada, se administran la misma cantidad de insulina todos los días, mientras que otras adaptan la dosis diaria según su dieta, los ejercicios y los cambios de la concentración de azúcar. Con el paso del tiempo, las necesidades de insulina se modifican si se producen alteraciones en el peso, estrés emocional o enfermedades, sobre todo infecciones.
Tratamiento de las complicaciones
Tanto la insulina como los hipoglucemiantes orales pueden disminuir demasiado los valores de azúcar en la sangre y causar hipoglucemia. Esta última también se produce si un diabético come poco, o no lo hace cuando debe, o practica ejercicios intensivos sin comer. Cuando los valores son muy bajos el primer órgano afectado es el cerebro. Para proteger el cerebro, el organismo comienza inmediatamente a fabricar glucosa a partir de las reservas de glucógeno del hígado. Este proceso implica la liberación de adrenalina, lo que tiende a provocar hambre, ansiedad, incremento del estado de alerta y temblores. La falta de glucosa en el cerebro puede además, causar dolor de cabeza.
La hipoglucemia debe ser tratada con rapidez porque en pocos minutos reviste suma gravedad y es causa de confusión creciente, coma y, en raras ocasiones, lesión permanente del cerebro. A la primera señal de hipoglucemia se debería ingerir alguna forma de azúcar. Por consiguiente, las personas con diabetes deberían llevar siempre caramelos, terrones de azúcar o tabletas de glucosa. Otras opciones son beber un vaso de leche, agua azucarada, jugo de frutas o comer un trozo de pastel, algo de fruta u otro alimento dulce. En la diabetes tipo I, siempre se debería tener a mano glucagón (una hormona que eleva los valores de azúcar en la sangre), que se inyecta cuando no es posible tomar algún alimento que contenga azúcar. La cetoacidosis diabética es una urgencia médica. Se produce cuando, a pesar del elevado nivel de azúcar en la sangre, la mayoría de las células no pueden utilizar el azúcar por la falta de insulina, y por lo tanto, recurren a otras fuentes de energía – las células grasas – que comienzan a descomponerse produciendo cuerpos cetónicos, tóxicos que producen acidez de la sangre. Los síntomas iniciales son sed intensa y micción excesiva, pérdida de peso, náuseas, vómitos, agotamiento y dolor abdominal. La respiración se vuelve profunda y rápida y el aliento de la persona huele a quitaesmalte (acetona). Sin un buen tratamiento inmediato, puede causar el coma y la muerte. Es necesaria la hospitalización, generalmente en una unidad de cuidados intensivos. Se suministran grandes cantidades de líquidos intravenosos junto con electrolitos como el sodio, potasio, cloro y fosfato, para sustituir los que se han perdido con la micción excesiva. La insulina se suministra por vía intravenosa de modo que actúe velozmente y la dosis sea adaptable. El tratamiento del coma hiperglucémico hiperosmolar no cetósico (o coma hiperglucémico) es similar al de la cetoacidosis diabética. Se deben reponer los líquidos y electrolitos. Los valores de azúcar en sangre se restablecen gradualmente para evitar los cambios repentinos de líquido en el cerebro.La mayoría de las complicaciones a largo plazo de la diabetes son progresivas, a menos que la concentración de azúcar en sangre sea controlada con rigor. La retinopatía diabética, sin embargo, se puede tratar directamente. La cirugía con láser puede cerrar herméticamente los vasos sanguíneos del ojo que pierden sangre parar evitar lesiones permanentes en la retina. Esto puede evitar o retrasar de forma sustancial la pérdida de la visión.
EL USO DE ALOE VERA EN LA DIABETES
Estudios en modelos animales, reflejan actividad hipoglucémica de varios elementos del Aloe Vera (Al-Awadi FM, Guman KA: Studies on the activity of individual plantas of an antidiabetic plant mixture. Acta Diabetol Lat 24:37-42, 1987), (Hikino H, Hayashi T: Hypoglycemic polysaccharides extraction from Aloe species, Jpn Kokai Tokkyo Koho, JP 60, 214, 741, 28 Oct. 1985). En 1992 se realizó un estudio en el Fujita Health Institue en Japón, a fin de explorar las posibles cualidades del Aloe Vera como agente regulador de los niveles de glucosa en personas diabéticas. Los resultados realizados en un modelo animal resultaron alentadores ya que los niveles sanguíneos de glucosa volvieron a la normalidad en pocas horas de haber recibido una inyección de jugo de aloe. El Dr. Robert Davis y su equipo, del Pennsylvania College of Podiatric Medicine han realizado varios experimentos con compuestos de aloe, tratando con ellos diversas patologías – inflamaciones, heridas, edemas, etc. – que suelen afligir a los diabéticos, siendo los resultados mucho mejores que los que se logran con los esteroides usualmente utilizados para tratar dichos problemas.Al igual que muchas otras aplicaciones terapéuticas del aloe vera, es necesario decir que algunas veces el efecto no siempre es el esperado debido a varias razones:1) porque se utiliza una especie de aloe que no es la adecuada (hay más de 300 variedades de aloe), 2) porque se utiliza una planta que no ha madurado lo suficiente o una hoja ya degenerada, 3) porque el gel ya está en descomposición, oxidado o neutralizado, 4) por utilizar un producto comercial de baja calidad, 5) por no utilizar el producto adecuadamente, 6) porque los organismos no siempre responden de la misma manera. Por estas razones, se hace imprescindible utilizar los productos de aloe vera fabricados con 100% gel de aloe vera (variedad Aloe Barbadensis Miller, o Aloe Vera – verdadero -) estabilizado, que es el más puro del mercado, con reconocimientos por parte del Consejo Internacional de Ciencia del Aloe. Las plantas provienen de suelos y climas aptos para el mejor resultado, cultivados sin pesticidas o químicos. Los terrenos son limpiados de malas hierbas a mano, igualmente las hojas son extraídas cuidadosamente a mano y enviadas enseguida a la planta que se ubica en el mismo terreno para la estabilización. Además solo se utilizan hojas de plantas que han alcanzado la madurez, lo cual se logra no antes de los dos años. La extracción del gel es también un sistema patentado exclusivo de FLP y se descarta la corteza ya que no aporta ningún beneficio, la cual es devuelta a los campos para servir como fertilizante natural.
TRATAMIENTO COMPLEMENTARIOHasta el momento no se conoce cura para la diabetes, aunque se espera lograr grandes progresos en el control de los niveles de glucosa en sangre por medio de acciones terapéuticas innovadoras como el transplante de células pancreáticas en el hígado. Todo paciente diabético debe comprender la seriedad de su enfermedad crónica, sobre todo de las complicaciones que pueden resultar de un cuidado insuficiente de su salud. Por eso, es fundamental el seguir las instrucciones del médico diabetólogo y el/la nutricionista. Pero sobre todo es vital que el paciente aprenda a conocer cómo actúa su problema en su organismo y a entender cómo sus acciones y estilo de vida afectan en el proceso salud-enfermedad. Por tal motivo, un paciente puede aprender a utilizar las bondades del aloe vera para mejorar su calidad de vida y regular mejor sus niveles de glucosa así como aliviar y solucionar rápidamente algunas complicaciones secundarias como cuando se lastiman los pies o cualquier otro tipo de lesión cutánea (quemaduras, inflamaciones, etc.). Sugerimos que un paciente diabético tome diariamente unos 60 mililitros de Aloe Vera Gel (jugo de aloe vera puro) Esto equivale a unas 6 cucharadas soperas diarias que pueden repartirse en dos tomas, una antes del desayuno y otra antes de la cena. De acuerdo con los controles de glucemia realizados en ayunas, uno podría incrementar la dosis a 80 ml. (8 cucharadas) diarias, aunque en realidad la dosis puede elevarse más si se desea. También pudiera disminuirse a 40/50 ml (cuatro/cinco cucharadas) diarias, pero no menos de eso. Al inicio del tratamiento, es decir el primer y segundo día uno puede comenzar con cuatro cucharadas y luego aumentar a seis, ya que lo primero que hace el jugo es limpiar los intestinos y una dosis mayor en algunos pacientes puede producir una ligera diarrea, sin importancia. Debe recordarse guardar el envase de Aloe Vera Gel en la nevera (después de abierto) y agitarlo siempre antes de sacar la dosis del envase. Tampoco debe trasvasarse para guardar en otro recipiente ya que el bote es de tres capas de polímeros plásticos para evitar la entrada de aire a través del material plástico.
FUENTE: Enrique Silver
http://www.aloeysalud.com/